lunes, 7 de julio de 2008

No se si es un Verdadero Cuento



No se si este es un verdadero cuento, si tiene moraleja o un final, tampoco se si debería comenzarlo como todos los cuentos, era se una vez…Tampoco creo tener la imaginación suficiente para inventar un cuento desde el principio, por ahí se me mezcla en la memoria un cúmulo de cuentos en los cuales por una cosa u otra me traen recuerdos de mi infancia, cuando a la hora de comer mi madre los ponía en un radiocasette, que duró, creo, toda la vida, no como los aparato chinos de la actualidad. Lo que si que va ha tener este cuento es un lobo, disfrazado de mil maneras diferentes, además un lobo o muchos lobos a los cuales he querido.

De cómo caperucita Roja llegó a Buenos Aires…
No había una mejor fecha para partir a tierras lejanas, como Marco en busca de su mama, que un 11 del 11, para romper la racha talibán. Pero esta vez era de los Pirineos a los Andes, eso creía Caperucita, porque desde que llegó no volvió a visitarlos.
Caperucita Roja, Heidi o como quieras llamarla, había conocido a Pedro precisamente en los Andes allá por Bolivia, a él le gustaba el campo tanto como a ella o por lo menos eso le decía y juntos proyectaron un futuro cerca del monte, pero antes y debido a las obligaciones que tenía como padre Pedro, Caperucita debía de pasar un tiempo en el bosque de asfalto.
El hermoso Pedro, era anarquista militante, defensor del mundo indígena, lector acérrimo y un gran orador, todo eso era cuando Caperucita lo conoció a Pedro. Pero cuando Caperucita arribó en Ezeiza se encontró algo muy diferente…
Pedro había pasado una crisis medio rara, algo así como fobia, con taquicardias y mareos incluidos, vamos una ida del bolo en toda la regla, y su querido Pedro había cambiado, ahora era, Peronista, cristiano y de vez en cuando se le escapaba algún que otro “sucia negra”. Caperucita, sorprendida y enamorada, no le dio mucha importancia a todo eso debido a que el pobre Pedro lo había pasado mal en su ausencia.
Caperucita se compró una casa (cuando la compró, se encontró a su primer par de lobos, pero eso es otra historia y no viene a cuento) y se llevo a vivir con ella a Pedro, pensando que el amor que sentía por él sanaría todo y juntos compartirían un futuro feliz.
-Buenos Aires, que olor especial tienes, pensaba Caperucita, -la gente tiene otro olor, piensa distinto, cuanta variedad, que carteles tan grandes!, Que bueno! A la gente le gusta mi “tonada” -de donde sos?, -que hacés acá?, como? ahora que todos se van para allá vossssss…y Caperucita deseosa de hablar, de conocer gente, empezó a entablar “amistades de barrio”.
Un día, Caperucita regresó a casa, fue a comprar cigarrillos, pero tardó un poco más de la cuenta, porque se quedó charlando con el kiosquero, ahí fue cuando a Pedro le empezaron a crecer las orejas de lobo, -te gusta el kiosquero?, depués fue el churrero, el vendedor de libros, un amigo de Pedro, el profesor de fotografía…, así que, Caperucita cada vez hablaba con menos gente, y comenzó a dejarse el pelo largo, cada vez sus trenzas eran más y más largas, cada vez estaba más triste encerrada en la casa, no se arreglaba, porque él la criticaba, y Caperucita disminuyó de tamaño, cada vez más pequeña, casi, casi era una marioneta de madera, y le empezó a crecer la nariz puesto que mintió y mintió a su amado Pedro para poder salir a pasear y tener aunque sea una pequeña vida. Sumado a esto, la plata no alcanzaba, así que todos los meses Caperucita hacía malabares para poder llegar a fin de mes, además no sabía como, el dinero desaparecía de la cajita, todo un misterio…
El resto de este primer capítulo del cuento, más o menos te lo puedes imaginar. A Pedro le crecieron las orejas, el hocico, las patas, el rabo y resulta que no era realmente Pedro era uno lobo. Moraleja: No comas chorizo

1 comentario:

Gabita dijo...

Lo importante de ser caperucita y de haber visto la transformación del lobo, es poder agarrar la canastita, y repartir lo que contiene a nuevos horizontes.
Siempre es mejor ver.
Hermoso relato de un cuento sabido.
Tal vez, haya sentido el pañuelo en la cabeza también.
besotes